domingo, 28 de abril de 2013

Rivas, Rivas!!!

Los que me conocéis sabéis que yo de deporte pues no controlo mucho. Lo básico para mantener una conversación de ascensor y poder mantener el tipo. Pero, y aunque no os lo creáis, parece que en estos últimos cuatro años empiezo a entender ese gran deporte que es el baloncesto.

Y digo empiezo, porque hay muchas cosas que aún se escapan a mi razón. Como por ejemplo, ¿cómo puede un equipo que ha ido ganando durante los 40 minutos que dura un partido perder fuera de tiempo? Yo pensaba que estas cosas eran de película, que sólo sucedían cuando ese héroe del instituto conseguía que le pitaran una falta en el último segundo y, gracias a que metía los dos tiros libres, conseguía que su equipo ganara, sus padres se sintieran muy orgullosos de él, y le concedieran esa maravillosa beca que tanto ansiaba para ir a la universidad.

¡Pues resulta que no! Que no sólo no es de película, sino que sucede así "como que la cosa no quiere", por meros "caprichos del destino". Me vais a disculpar las comillas, pero es que no me lo creo. Yo me consideraba una persona inteligente, pero sigo sin entender cómo en una final de liga pueden robar al equipo que va ganando de forma tan descarada sin que se les caiga la cara de vergüenza. A mí, como aficionada, me parece un insulto. No sólo porque sea seguidora del equipo que sufrió tal timo, sino porque cualquier seguidor de este deporte que se precie no dudará en calificar de escandaloso el resultado final del partido.

Lo que más me sorprende es que, si no hubiera sido por la mano amiga de los árbitros, los dos equipos aún seguirían teniendo opciones al título de una manera justa y limpia. Pero no, era más sencillo que todo acabase y así, todos los peces gordos y los tejemanejes que se mueven tras este deporte podrían seguir haciendo chanchullos.

Como os podréis imaginar, mi cara fue un poema al ver que nos arrebataban una victoria que había sido nuestra desde el segundo 1. Como decía al principio y reitero, el deporte no es mi fuerte, pero llevo cuatro años siguiendo a mi equipo y la rabia dejó paso a la incredulidad y a la indignación.



Aún así, pese a todos estos contratiempos, no puedo más que dar gracias a todas las jugadoras y al equipo técnico de Rivas por la magnífica temporada que nos han brindado. Me resulta increíble cómo, a pesar de las lesiones o de las derrotas que han sufrido, han sabido reponerse de ello y han seguido luchando juntas.

Porque si por algo se caracteriza este equipo es de eso, de ser un EQUIPO. El compañerismo que se mostraban en la cancha las ha llevado más lejos de lo que nunca había conseguido Rivas. Cuando una tenía un mal día, allí estaba su compañera para sacar lo mejor, no sólo de sí misma, sino de las demás.

Gracias, de verdad, no por los títulos ni las victorias que podáis haber conseguido, sino por hacernos sentir parte de vosotras. Este año en la pista no habéis sido cinco jugadoras, en la cancha eran seis los corazones que latían al unísono. Junto a vosotras estábamos cada aficionado, cada seguidor de este enorme equipo. Somos ese sexto corazón que sufría por cada derrota o celebraba cada canasta como si fuéramos nosotros quienes lanzábamos ese tiro decisivo.

Sentiros muy orgullosas de todo lo que habéis conseguido, porque habéis demostrado que un equipo no es grande por los títulos que posee, sino por la calidad humana que demuestran sus jugadoras dentro y fuera de la pista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario