domingo, 31 de enero de 2010

“Tengo el defecto de sonreír, solo por no estar muerto”

Últimamente me pasan demasiadas cosas malas. No sé por qué, yo creo que soy la de siempre, pero supongo que no siempre podemos tener suerte en todo. Aunque a mí, personalmente, parece que me ha mirado un tuerto (con todos mis respetos a los tuertos).

Los exámenes de enero, a cual “mejor”. En el que no estuve mala con fiebre e infecciones, acababa de nacer mi sobrino. En el que no me gustaba nada la asignatura, metí la gamba hasta el fondo por no pensar bien en lo que estaba escribiendo. Conclusión: podría haber sido peor y suspender, es cierto, pero desde luego el “éxito” cosechado ha sido bastante escaso. Seguro que la próxima vez sale mejor… espero.

Pero esto no es lo que más puede llamar la atención. Este jueves ha dado para mucho. Me levanté (madrugué) para ir a clase y dar una nueva clase. La primera hora no pudo ir mejor, un profesor de FP nos dio una clase explicativa de cómo manejar un trípode y los botones principales de una cámara de video semi-profesional. Pero no todo el campo es orégano, y no todos los profesores pueden ser majos. La segunda hora creo que va a ser una tortura todo el cuatrimestre. Un profesor que parece sacado de un cuento, ya que por su envergadura y cara parece una mezcla entre el enanito sabio y el gruñón (pero con más malas pulgas) nos dijo que no le importa nuestra vida, nuestros problemas y lo que nos ocurra, que su único fin va a ser fastidiarnos y ponernos las cosas difíciles. Eso es incentivar a los alumnos, y lo demás, tonterías.

Tras la apasionante clase (en la que tuve que dejar vagar a mi mente en más de una ocasión porque corría el riesgo de sufrir un aneurisma), me fui a casa a recoger un poco y prepararme para el dentista. En esto que veo un email de un profesor. Ese profesor al que le he tenido que avisar ya tres veces de que por favor incluya la nota de mi trabajo voluntario en mi calificación porque nunca la tiene en cuenta (vamos, que una no hace trabajos voluntarios por amor al arte). Pues sí, tuve que volver a avisarle, y su respuesta fue que lo sentía, pero que estuviera al tanto por si se le volvía a olvidar. Estuve a punto de contestarle y decidle que tome apiserum que viene muy bien para la memoria.

Cuando terminé de leer al profesor, me llaman del dentista, me retrasan la hora. Perfecto, al final veo que hoy no como (a las 4 tenía que ir a un trabajo… ahora os cuento). Cuando llegué al dentista me dijo la ayudante que me lo tomase con calma porque iban a tardar bastante. Hora y media después me atendieron, no está mal. Salí del dentista a las 3 y 15, y a las 4 debía ir a casa de un nuevo alumno que me esperaba. Nuevo alumno al que nunca conocí.

Y os preguntareis, ¿cómo que no le conociste? Pues veréis, cuando llegué a su casa, me dijo su madre que el muchacho, mientras ella estaba en la ducha se había fugado. Tal cual, que estaba en el parque de enfrente de su casa con un amigo. Vamos (su madre y yo) en su búsqueda y veo como el chiquillo (de 13 años) se va corriendo en dirección contraria a la nuestra. Según parece ser (al menos eso nos contó un amigo suyo que estaba con él) es que al pobrecillo le daba vergüenza. Más vergüenza pasó su madre… y yo que no sabía dónde meterme. Nunca un alumno había huido de mí. Siempre hay una primera vez para todo, pero esto me ha traumatizado…

Esa misma tarde, fui al centro a ver a una amiga que desde hace poco tiene un trabajo nuevo. Me ocurrieron cosas un tanto extrañas, pero todas buenas. Me encontré con una compañera de la biblioteca nacional, me regalaron una flor, me dieron unas gafas para ver en 3D un anuncio de Vodafone (ya me podían haber dado la blackberry que anunciaban), le di una sorpresa a mi amiga, tuve una cena muy agradable… La verdad que esto fue todo bueno. Hasta que por la noche sucedió algo extraño. Una amiga se quedó a dormir en mi casa, y a las 5 y media de la mañana recibió una llamada de una compañera de clase que le pedía ayuda. Yo entre sueños creo que conseguí balbucear algo incompresible, mirar la hora del reloj y pensar ¿quién llama a estas horas?

A la mañana siguiente preparando la maleta para irme de viaje me empezó a doler la tripa… de una manera “especial”. Sé que puede parecer extraño (los chicos que leéis el blog no podéis saberlo), pero me dolía en una zona en la que sólo te duele cuando te va a venir a visitar esa señora de rojo a la que odio profundamente. Pues sí, me iba de viaje y no podía marcharme sin más, tenía que haber algo que me fastidiase. ¡Fiesta!

Sí, y ahí me sitúo, en una fiesta. Después de todo el viaje, de ver un gran partido de baloncesto, de cenar y charlar durante un ratejo, fuimos a tomar algo para cerrar la noche. En esto que entramos un pub hipermegaguay y yo (y mis acompañantes) con unas pintas un tanto… “casual” podríamos decir (vamos, que íbamos más bien normalitos). Pues se me acerca un señor (sí, señor porque rondaba los treintaytantos) y me empieza a decir que me ve muy tensa, que debería relajarme, quitarme el abrigo y tomarme algo para sentirme mejor… Yo flipando, que el hombrecillo podría haber sido mi tío o mi padre… Menos mal que su amigo le debió de decir que dejase de hacer el ridículo y se fueron. En serio, ¿no había tías en el pub que se tuvo que arrimar a mí?

Quizá tampoco sea para tanto… pero es que hay cosas demasiado extrañas para contarlas. Aún así, prefiero tomármelo todo con humor y seguir adelante, las cosas mejoran mucho si las miras desde otro punto de vista, o si tienes gente a tu alrededor que hace que todo cambie para bien.

Me quedo con dos frases de Fito, que resumen bastante bien lo que pienso de todo esto.
“Un día la suerte entró por mi ventana, vino una noche se fue una mañana, quizá solamente me vino a enseñar: ¡Que viene y va!”
“Tengo el defecto de sonreír, solo por no estar muerto”



Mi consejo: pase lo que pase, seguid adelante. Y buscad esas pequeñas cosas que os hagan sonreir.

1 comentario:

  1. madre mia, es que es verdad, lo que no te pase a ti no le pasa a nadieñ. Pero bueno, piensa al menos que tambien te pasan muchas cosas buenas y que tienes amigos que te quieren y que estan ahi para reirse contigo siempre (o para ir a cenar al vips).
    Un beso enorme tocay!

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