miércoles, 11 de noviembre de 2009

...el autobus maldito

Hay días en los que es mejor no levantarse de la cama… sobre todo si el despertador suena a las 8 y media de la mañana, es viernes y no tienes clase. Y allí estás tú, preguntándote quién fue el que decidió quedar a las 10 y media de la mañana si no sabes aún ni cómo te llamas. En los siguientes 3 minutos te acuerdas de quién eres, de la madre del que inventó el despertador y en ti misma, que fuiste la que decidiste quedar a las 10 y media… como si no tuvieras nada mejor que hacer como… por ejemplo… dormir!!!

Un ser idiota que convive contigo en tu mente (llámese conciencia o fastidiaviernesporlamañana) te recuerda que te tienes que duchar, recoger la habitación e irte a donde cristo perdió el mechero a comprar unos regalos de cumpleaños. ¿Por qué le hice caso? No lo sé, aún estoy indignada conmigo misma por haberme hecho caso… pero ese es otro tema. Rebusco en mi armario una opción de ropa (que más tarde cambiaré casi seguro) y me arrastro por el pasillo hasta el cuarto de baño para ducharme y despejarme.

Salgo de la ducha y comienzo a ser una persona medio racional (medio sólo ehh!!) y voy de aquí para allá, cambiándome de ropa, secándome el pelo, recogiendo cosas, poniendo otras en medio… un caos.

Por fin, a las 9 y media (más bien menos cuarto) salgo de casa dirección la estación de autobuses. Como es evidente, a esas horas no había ni Peter Griffin por la calle, así que el trayecto fue más bien monótono. Llego por fin a la estación y me dirijo hacia la dársena del que yo pensaba que era un bus normal. Pero no era así, no sabía lo que me esperaba. Otros como yo estaban haciendo cola, pero en sus caras se podía ver cómo aquella experiencia en bus estaba fuera de lo común… idiota de mi no supe ver las señales.

Subo al autobús a las 10 y 10, bastante justa, pero ilusa de mi pensé que el trayecto sería más o menos corto (había estado contando las paradas que aparecían en el cartel de información de la estación de autobuses y sólo había 12 paradas hasta mi destino) . Jaaah!!! Nunca, ehhh!! Nunca os fieis de un cartel de autobuses verdes!!! Es todo mentira!!! Te ponen lo que quieren, no te avisan que cada puntito es una calle, pero no las paradas que hay en esa calle!!

El autobús empieza a dar la vuelta a España, el reloj parece ir como una moto. El conductor que parece haberse dormido al volante deja pasar a todas las señoras que quieren cruzar los pasos de peatones, saluda a cada persona que sube como si fueran sus amigos, se pone a leer el periódico en los semáforos y lleva puesta radiolé. Intento controlar mi estado de inquietud, pero comienzo a darme cuenta que no sé dónde estoy y que voy a llegar tarde (ya son y 25, y he quedado a y 30). Sube un señor al autobús que no solo parece el mayordomo de la familia Adams, sino que, cuando pasa a mi lado, me mira como si me hubiese perdonado la vida. En esos momentos, comencé a temer por mi vida.

Siguen subiendo gente, a cuál más extraña… ¿Nunca os habeis preguntado por qué hay gente que se monta en una parada para bajarse en otra? Que lo haga una persona mayor todavía, pero la choni que acaba de salir de la compra… ¿qué es, para que no se le estropee el peinado? ¡Pero si lleva más laca encima que Amy Winehouse y Pitingo juntos!

Sigo sin saber donde estoy. Me llama una amiga, y me dice que va a llegar un poco más tarde… Genial chica!! Al menos tu sabes dónde estás!! En esos momentos de histeria, una señora que se montó en el autobús me hizo reflexionar sobre el género humano y nuestra existencia… La mujer en cuestión, se sube al bus y ve a una amiga/conocida suya al otro lado del cristal. Ella, simpatica y amable como es (al menos lo parecía) no se le ocurre otra cosa que dar golpecitos en el cristal para captar la atención de la otra que estaba enfrente. ¡¡¡Vamos a ver, es tan complicado comprender que por muchos golpecitos que le des al cristal… si estas dentro del autobús y la otra está fuera no te va a oir!!! ¡Si fuera al revés todavía! Pero no!! Ella insistía!!

Salgo de Aluche, y el autobús sigue por Carabanchel. Son las 10 y 40, mi chico me llama: ya he llegado, estoy con tus amigas!! Genial cariño, yo aún estoy en el bus perdida y sin saber si esto es Carabanchel o Baltimore!! El bus cada vez más vacío, pero no veía el centro comercial por ningún sitio. Por fin me entero de que estoy en Leganes, pero sigo sin saber dónde. Me vuelve a llamar mi chico: bájate si quieres y te voy a buscar… Vale cielo, yo me bajo, pero no sé donde estoy, cómo me vas a encontrar?!?!?!?!?!




5 minutos más tarde, una ambulancia y un dispositivo policial se desplazó hasta un lugar recóndito de Leganés para atender a una pobre chica que había perdido el sentido. Y mientras tanto yo allí, en un atasco que no me dejaba llegar a la parada del bus donde me tenía que bajar!!! Por fín había llegado.

Cuando me bajé, me juré una cosa: que nunca más, NUNCA volvería a montar en aquel autobús. En el 481.

2 comentarios:

  1. Me encanta la historia de 481!!! Si es que fue tida una aventura. Yo quiero montarme ahí apra darle un cambio a mi vida!!!:P

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  2. Nena...teniendo novio con coche, aprovecha!! Yo ya lo he dicho hoy, acabaré cortándome las venas con el abono transporte...ley de vida, querida.

    Me encanta el blog, a ver si escribes más, ¿eh?

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